lunes, 21 de marzo de 2011

Piel antártica.


Hoy me encuentro, sentado frente a esta pantalla, tratando de llevar a la palabra lo que siento de este espacio llamado Antártida.

Me encuentro solo y acompañado, con mi cuerpo de carne y de huesos frente a un aparato mecánico que tiene teclas, letritas y metal que me cuesta entender después de esta experiencia de piedras, sal, nieve y viento.

...No voy a hacer una descripción del espacio físico, mas bien voy a describir lo que sienten mis órganos, mi piel, mis manos y mis pupilas.


Han pasado algunos días (he perdido la cuenta ya) y me descubro desnudo frente a lo que mi deseo interno siempre quiso, frente a lo que mi hombre interno anhela, me encuentro niño. Niño frente a la intensidad de mi asombro, me encuentro infante frente a la luz que me abraza y rodea, simplemente me he encontrado... espero no olvidar lo que soy, lo que he sido y lo que he descubierto de mi en este espacio de patrones que no dejan de arrancar de mis ojos pausas diarias, pausas en cada paso que he dado sobre esta tierra fría pero llena de un calor que aún no puedo describir con certeza.



El Camino.


Mis pies, con pesadas botas militares no pudieron ganarle a mi boca, a mis ojos, no pudieron llevar mi cuerpo sin que mi asombro los detenga para contemplar este lugar que se sale de lo que tenía registrado en mi historia sobre paisaje. Caminar en esta tierra es recorrer una alfombra de intensidad, es recorrer una alfombra de muerte, de huesos, de restos de aves devoradas por aves que descansan junto a costillas gigantes y vértebras de ballenas jorobadas y azules que te hacen pensar en el eterno descanso frío de una playa en el fin o el principio del mundo. Y sobre ellos... la delicadeza del vuelo de un ave curiosa que se acerca a mirarte desde el aire, desde el viento frío que también te corta la cara y te recuerda que tienes dedos en las manos. Aquí la delicadeza, la sutileza de la vida descansa sobre un manto de muerte y sobre una arena que te cuenta sobre lo que es tener la suerte de haber podido ser testigo de una historia de vida circular donde la muerte y la vida conviven en el mismo espacio en un equilibrio perfecto.


Mi primera sensación sobre este cuerpo antártico fue de asombro y de gratitud, de asombro frente a la fuerza del paisaje y de gratitud frente a lo sutil de cada instante. Aquí cada instante se clava en el pecho en forma de falta de aliento, cada instante entra por los ojos y se aloja en el corazón, en la garganta, en algún sitio que aún no conozco y que quiero descubrir. Hay que venir hasta aquí para poder aprender esta sensación, hay que venir con los ojos cerrados, hay que venir dispuesto a recibir el aire frío en la cara con agradecimiento no citadino. Hay que venir sin piel de cemento, plástico o metálica, hay que venir con un cuerpo listo para dar gracias, para dejar que se deslice en ti cada reflejo de luz, cada reflejo de tierra, de nieve, de hielo y agua.


No se si caminé mucho o poco, andar con el traje antártico es complicado y pesado, caminar con botas de militar es complicado, pero todo eso no importa cuando un paisaje te golpea en la cara y te deja sin voz, cuando un día de luz te hace descubrir que en el mismo sitio todo ha cambiado varias veces al día. He mirado una isla tantas veces que no se si realmente existe, pues cambió cada día para mi, para quienes quisieron posar su mirada sobre ella. Caminar sobre el frío no importa ya que a medida que entiendes el lugar entiendes que siempre te va a premiar, hasta con la peor bruma, viento o neblina, siempre vas a llegar a un punto donde no hay palabras para nombrar lo que está frente a tus pupilas. Caminar sobre la Antártida es una experiencia para lo que nadie me preparó jamás... supongo que nadie esta preparado para este tipo de emociones tan intensas.


Hoy soy camino de piedras que están dispuestas en patrones que juegan con mi mente, soy camino de musgo antártico verde y helado, soy camino de polvo y de hielo.

Hoy soy camino de huesos, de plumas y de líquenes que se alojan en mi mirada, soy camino de viento y glaciar.

Hoy agradezco al largo camino de la vida, de mi vida porque me trajo hasta aquí, me dio un regalo de vida al dejarme en este terreno, al darme la oportunidad de bailar frente a un atardecer o simplemente dejarme solo frente a un charco que refleja una luz que no hay otra igual en otro sitio del planeta, una luz lateral sin sombras de ciudad, una luz que entra por los ojos, baja por la garganta, revuelve algo en el pecho y vuelve a tratar salir convertida en liquido que quiere saltar desde los ojos. Si, he querido llorar muchas veces desde que llegué, son demasiadas las emociones para cada uno de los puntos cardinales.

El Encuentro.


Llegué antropomorfo, esculpido en asfalto, bañado de smog y cubierto de ruido. Llegué como usualmente soy.... citadino.

Pensaba antes de hoy que escuchaba y observaba todo con atención, pensaba muchas cosas de mi y hoy me doy cuenta que estas cosas fueron aprendidas en mi caminar de continente, aprendidas en mi diario luchar con el tiempo, en mi cárcel celular, en mi sudor de citas de trabajo, llegué con pies gastados de tanta calle plana y salto de alcantarillas. llegué con ojos perdidos entre el tráfico... Hoy, hoy tengo otra mirada, mirada mínima de pupilas abiertas, mirada de boca abierta, mirada que toca lo que ve, mirada retentiva y alegre.

Hoy siento que encontré en este lugar un hombre niño, un hombre asombrado. Espero que esta sensación y esta nueva piel me duren y puedan resistir los embates de mi ciudad, espero que no sea consecuencia del clima, del frío, espero que no se derrita el glaciar que tengo en mis hombros al llegar a mi ciudad, mi caliente ciudad, mi querida y ruidosa ciudad.


En mi paso por la Antártida encontré un camino lleno de piedrillas dispuestas en un orden perfecto, dispuestas como la marea en un patrón cambiante pero perfecto. Me encontré con personas hermosas que como yo fueron mutando y ganando sonrisas, me encontré con aves fascinantes que juegan a hacerte creer que te atacan, como el mismo entorno, que no es un entorno para mi, para el hombre humano, de país o ciudad. Encontré un entorno que te hace sentir pequeño y frágil, un entorno que juega con tu sensibilidad y miedos, un entorno que enfrenta y cura tus fobias.


He salido tantas veces a la puerta a ver la misma playa, la misma isla, las mismas piedras y cada vez que mi cabeza se levanta o gira para observar, encuentra un espacio distinto, bañado por una luz distinta, acariciado por nubes que crean formas que son difíciles de mirar. he salido tantas veces al mismo sitio y cada vez que salgo me siento maravillado por lo que veo, cada vez que salgo mis ojos se alegran al ver cada cambio.

Encontré una mirada no usual en mi, encontré un espejo de 360 grados en el cual veo reflejado mi cuerpo en otra piel.


Asombro.


Hace pocos días entendí lo que es la Antártida. Podría hacer una descripción escenográfica, pero aquí las cosas van más allá de la mirada, entendí que este es un sitio para maravillarse y dejar que el asombro recorra los poros, entendí que hay que dejar que los ojos se vuelvan líquidos frente a la inmensidad, entendí que este espacio es sensaciones que recorren la piel, sensaciones que no son necesariamente placenteras, entendí que es intensidad, fuerza, dureza y fragilidad. Hace pocos días entendí que el tiempo aquí se vive con una intensidad que hay que guardar, una intensidad que no creo que sea compatible con la ciudad. Aprendí a mirar, aprendí a dejar que el asombro se vuelva una pluma que vuela al viento.


Vine preparado para un continente blanco, para un continente helado de paisajes fascinantes, vine preparado para un continente de documentales de pingüinos, de focas, ballenas y elefantes marinos, vine preparado para tomar cientos de fotos y documentar en video paisajes fascinantes y gente sorprendente. Más nunca imaginé que una piedra, una isla, el viento frío, un iglú, una playa, el vuelo repetitivo y diario de un ave curiosa, jugar en la nieve como un niño o descubrir una estructura ósea divina me iban a dejar sin mis más preciados sentidos de ciudad.


Vine creyendo que era un hombre y aquí me descubro niño, sorprendido ante cada instante mínimo, asombrado ante cada pequeña acción del viento, de la luz, sorprendido ante este espacio, que es más que un continente. Un espacio que es vida, intensidad, un lugar que es un detonante para quien deja que su energía se pose cual ave en su hombro.


jueves, 24 de febrero de 2011

Camino a la Antártida (días 0 al 3)

Este es mi primer reporte casi antártico.... aquí contaré poco a poco la experiencia que voy viviendo, de a poquito y probablemente sin imágenes por ahora, ya que en la Antártida el internet que tendremos no es como para subir fotos.... pero siento que algo podré hacer al respecto... (espero)

Nuestro viaje hacia la Antártida comenzó el lunes a las 3:00 AM.. al despertarme para ir al aeropuerto para tomar el avión de Lan que nos llevaría a Santiago de Chile y después conexión a otro vuelo hasta Punta Arenas...donde estamos ahora esperando a que el clima y las tormentas antárticas bajen para poder aterrizar en la pista de la base Frei de Chile.

Bueno, ese tramo tomó 22 horas de viaje, pues después de experimentar la ley de Murphy varias veces, viajar en primera clase, segunda y tercera... llegamos a nuestro hostel en P. Arenas junto a las 18 magníficas personas que van a hacer investigaciones a la Antártida, a la Antártida de Ecuador.

Esa es nuestra misión, la que tenemos con Jose Alcibar, mi productor-director-camarógrafo-guionista ;) ... Por qué hay una base de Ecuador allá?.... por qué van científicos a ese pedacito de tierra ecuatoriana tan fría?, por qué el continente más frío del planeta nos eligió para ir?.. hay muchos por qué, y demasiadas interrogantes que responder. Me siento como un niño frente a un mundo fascinante!

La Antártida es un continente que pulsa, respira, que se expande y se contrae. Es un lugar que elige a los que van a visitarlo, es como una selección natural... una selección extraña, ya que quienes van tienen algo distinto para querer ir a recibir tan fuertes tratos climáticos y creo que hay que tener unas ganas tremendas de visitarlo para poder llegar allí.
De lo poco que me voy enterando hasta ahora, hay posibilidades de quedarse atrapado por el clima entre las bases antes de llegar a la estación Pedro Vicente Maldonado de Ecuador. Asi que ya contaré si nos quedamos un par de días en la base rusa o en la chilena.

Estar aquí es cultivar la paciencia, es relajarse y esperar y estar siempre atentos y unidos porque en cualquier momento te llaman y te dan 30 minutos para llegar al avión que nos va a cruzar el estrecho de Magallanes.

Ya les iré contando cómo va este viaje que promete ser una maravilla!

martes, 15 de febrero de 2011

Manos al cielo y raíces caminantes.

Acostado en mi cama, mirando el techo y luchando con un mosquito que se niega a dejarme en paz, me encuentro desvelado y recordando un sitio donde los mosquitos realmente se dieron un banquete con mi piel.
El sitio del que les hablo es un lugar que describirlo me va a costar un mundo, ya que no se si hay palabras que puedan nombrar lo que sintieron mis ojos. Este es un entorno que vive hace cientos de años (según dicen mas de 500) en una lucha por robarle espacio al mar, es un lugar donde caminar es una aventura, pues hay que colgarse de las raíces o desplazarse en canoa por unos canales impresionantes.
Les hablo de Majagual, los Manglares de Majagual (con mayúscula!), ubicados al Sur Oeste de la reserva Cayapas Mataje en Esmeraldas.
Para llegar allí, hay que recorrer toda la ruta del Spóndylus (antigua Ruta del Sol) y llegar al punto cero, donde empieza la carretera en el extremo Norte de Ecuador; Una vez que llegas allí, doblas a la izquierda y sin parar viajas hasta San Lorenzo (otra manera de llegar es quedarse en la misma vía en "La Tola" y de allí en canoa hasta Majagual).
Lo primero que me dijeron es que no vaya para allá, que es peligroso, que te pueden robar, que les puede pasar algo..... y que les digo... Si te va a pasar algo es porque te comportas como víctima, esa es mi premisa cuando viajo, intentar no ser una víctima sin ser un viajante déspota que pide rebaja por todo... porque eso es otra idiotez (eso demuestra más aún que uno es un viajante que se merece ser asaltado!). Bueno... volviendo al tema.... Majagual es impresionante, es un espacio verde y dorado, es un lugar donde las raíces salen de la tierra o arena para sentir el aire y casi caminar, es... un espejo, donde por momentos se pierde la dimensión de lo terreno y lo aéreo. Es un lugar donde los árboles de Mangle intentan a toda costa llegar al cielo.
Majagual tiene los árboles de Mangle más altos del planeta, éstos pueden llegar a medir más de 60 metros de alto y tener raíces expuestas de más de 20 metros (hace poco murió el mayor que tenía más de 65 metros de altura). Si uno los mira y ve que estos gigantes tienen todas las raíces expuestas y que están enterrados no más de dos metros, entiende que ayudarse y darse la mano no necesita de inteligencia humana... en este caso, estos mangles se dan las raíces, y se las dan entrelazadas creando unos laberintos maravillosos de agua y barro donde uno se maravilla y se deslumbra al recorrerlos. Sólo hay que llegar, preguntar por el sitio y decidirse a conocer realmente a don Carlos Hurtado, un guía del lugar que vive cruzando a los visitantes por estos esteros a bordo de una canoa tallada en un tronco. Es como un Caronte, al que no hay que darle doblones de oro y que si lo dejas y le das tu sonrisa te contará toda la historia de estos gigantes de agua de sal y de dulce.

En general la reserva Cayapas Mataje es increíble, su gente irradia paz pese a ser un sitio tan convulsionado (esa es otra historia que la dejo para los diarios sensacionalistas), es un lugar, de esos que hay pocos en el planeta que aún se mantiene virgen gracias a la labor que hacen los guarda parques voluntarios que recorren y se desplazan entre raíces para cuidar que no haya pesca indiscriminada, que no maltraten el lugar y que no sigan talando el mangle.

Manglares de Majagual es un lugar que les recomiendo visitar, al que hay que ir con ojos libres de smog y de cemento, un sitio al que hay que ir con manos decididas a tocar el barro y por supuesto al que definitivamente hay que ir con la piel protegida para que los mosquitos no se den un banquete contigo!.


jueves, 10 de febrero de 2011

Fiesta en el cementerio!


Entre flores de colores, paredes llenas de lápidas, cruces y tumbas estuve ayer, gozando de voces iluminadas, tríos, cuartetos, caña manabita, humedad, cientos de sonrisas y el olvido de las clases sociales... que juntas disfrutaban de la energía que dejó la voz del famoso Julio Alfredo Jaramillo Laurido (1935 - 1978) alias Ruiseñor de América.

Hace varios años fui por primera vez, en la misma fecha (9 de febrero) y me fasciné con la potencia de ese encuentro, la humildad y ganas de compartir la música de JJ de varios cantantes que aparecen con sus guitarras y equipos sin aviso desde el interior de los visitantes. Estos músicos que se paran en la tumba de JJ son lagarteros (músicos populares de la base cerca del Parque Centenario), músicos conocidos, solistas y en el caso de ayer.... un militar de la infantería aérea anti guerrillas boina azul que con guitarra en mano regalaba una voz impresionante!.


Creo que sólo en Ecuador puede pasar esto, sentirse tan compenetrado con la gente, vivir este tipo de experiencias (surrealistas aveces) como lo es estar con la boca abierta mirando y escuchando las voces mas sui géneris entre flores plásticas y reales de un cementerio blanco teñido con los colores verdosos que dejan las lluvias invernales en esta zona del trópico.

La puerta 13:
Uno llega abanicado por las franelas rojas de los cuidadores de parqueos, que misteriosamente se encuentran siempre bajo el letrero de no estacionar... el olor a canguil (palomitas de maíz) y a clavel de cementerio te reciben en la puerta 13 (que numerito eh?) junto con la música que ya se va escuchando desde la misma entrada, hay muchos con cámaras fotográficas, gente de colores, gente feliz riendo, abrazados y festejando las voces que vienen desde adentro, desde una parte oculta del laberinto de edificios blancos de 3 pisos llenos de lápidas del famoso cementerio de Guayaquil. Entrar allí, ese día no es entrar a un sitio de paz y meditación, es entrar a una grieta en el tiempo que rompe la dimensión de la cordura.

El año que viene iré nuevamente, me encontraré nuevamente con ese yo sencillo que no necesita poses, que solo va a encontrarse con la gente, ese tu, ellos y yo que quiere ver, vivir y oír... y que espero se encuentre con alguno de ustedes allí para compartir esos ojos y oídos que se dejan asombrar y acariciar por quienes dicen ser parte de los hijos de JJ, por quienes con mucho cariño van a regalar un manto de notas musicales que es tan agradable dejar que te cubra la piel.

Gracias Cementerio de Guayaquil, gracias JJ por cada 9 de febrero!
(me imagino que los finados vecinos de J.J. aprovechan para bailar ese día, ya que allí nadie llora!!... salud!)

miércoles, 9 de febrero de 2011

Ojo de pez!




No puedo quejarme, la vida me ha tratado bien, muy bien.

Hoy les contaré parte de mi vida, en especial parte de este último año que ha sido un tiempo de re-descubrir y re-descubrirme como caminante de este Ecuador lleno de miradas inquietas y de lugares que definitivamente hay que guardar en nuestras historias y nuestras mochilas.
He tenido la suerte de recorrer casi todo Ecuador y a cada paso, cada vuelta de la rueda, mis ojos siempre se maravillan con los cambios increíbles que tiene este pequeño y fascinante pedazo de tierra.

Un nuevo comienzo:
El año pasado recibí una llamada telefónica, era un amigo mío (Jose Alcibar) dueño de una productora (Postdata comunicación), que me consultaba y ofrecía el descabellado trabajo de ser el "host" o conductor de un programa de televisión.... A quién se le podría ocurrir semejante locura?.. Sólo a Jose Alcibar!... mi Director y productor. Por muchos años yo había trabajado detrás de las cámaras, haciendo dirección, producción o video arte, pero delante del lente jamás.

Cómo explicar la sensación del lente mirándote?
... Es un ojo que contiene miles de ojos, es un ojo que no parpadea y que está allí, tratando de ver mas allá de tu piel, escudriñándote... es muy rara la sensación y acostumbrarte a ella más raro aún. Nunca imaginé que me iba a ser tan cómodo estar delante de una cámara todo el día, y menos aún el hecho que me fuera tan usual hablarle a ella. Y así, armados de cámaras, mochilas, trípode, micrófonos y un montón de ganas salimos con Pedro (Cámara), Ramón (productor de línea) y el director de fotografía a recorrer mas de 7500 Km de carreteras, caminos vecinales y no tan vecinales para vivir experiencias increíbles junto a gente sencilla de comunidades, pueblos y ciudades de la sierra, la costa y el Oriente de este país.

Durante tres meses (y un poco más) conocimos mucha gente que habita en lugares inesperados, conocí espacios donde un suspiro no puede equilibrar lo que estas viendo, lugares fascinantes y gente sencilla que te recibe en cada sitio con los brazos abiertos y una sonrisa en los ojos. Pude vivir y aprender a revalorizar la naturaleza, pude entender que los Shuar amen tanto la naturaleza, ya que sus abuelos son los árboles y las plantas. Pude entender que la naturaleza no nos pertenece, que nosotros Pertenecemos a la naturaleza, pude entender que si planto un árbol, éste no es mío... ya que yo solo hice una acción, la acción de plantarlo, mas esa vida no es de mi propiedad. En este viaje aprendí también que "Runa" significa Gente en Quichwa (mas no otra cosa!!) y que esa palabra hay que usarla con respeto y cariño. Pude sorprenderme como un niño que se fascina frente a las cosas nuevas de la vida. En fin... pude dar gracias cada día por tener estos paisajes tan magníficos que me regaló Ecuador, por conocer de cerca y convivir con gente tan rica, tan llena de todo lo que quienes vivimos en esta mole de cemento y ruido no podemos tener.

Este año comienza una nueva aventura, un nuevo viaje, un nuevo descubrir Ecuador, pero empieza un tanto lejos de aquí, a miles de kilómetros, en un lugar frío lleno de historias que está mas allá de la tierra del fuego, más allá del faro del fin del mundo... cruzando el estrecho de Magallanes, comienza en la Antártida... en la Antártida ecuatoriana.

Estoy lleno de vacíos por llenar, estoy ansioso y feliz....
Por ahora, los dejo con algunas imágenes de lo que mis ojos vivieron en esta experiencia.

Para quienes no han visto el programa:
Se llama Ecuador mas que un punto y lo pueden ver online visitando la pagina web www.ecuadormas.com.ec allí encontrarán los 17 programas, los lugares a los que fuimos y recomendaciones para donde dormir o comer!




















viernes, 4 de febrero de 2011

Un nuevo comienzo.

Hoy empiezo a escribir aquí.
Para ser sincero, llevo mucho tiempo pensando y tratando de tomar la decisión de hacerlo, de compartir mis ojos con ustedes.
Hoy es el momento donde empezaré a contarles esta nueva aventura en mi vida... Vida que ha estado plagada de eventos increíbles que poco a poco empezaré a decantar y a expresar en palabra escrita.

Hoy comienzo con lo más inmediato, mi próximo viaje, del cual aún no tengo imágenes y que espero, a mi regreso pueda colgar aquí la mayor cantidad de colores grises, plata y azules, eso... asumiendo que es lo que veré en el continente helado, en la Antártida.

Desde niño, he tenido el sueño de ir a este lugar blanco, y encontrarme allí, como una mancha, como un color en una gran tela por pintar, ser ínfimo e íntimo dentro de un gran cuerpo, estar allí, solo y parado frente a la grandeza de este planeta que me maravilla cada vez mas. Desde que era un crío soñaba con el faro del fin del mundo, soñaba con grandes zancos para poder cruzar el estrecho de Magallanes y tocar un iceberg y así, vi muchas películas, leí historietas fantásticas donde seres en frac cruzaban mares que otros seres a su vez iban enrollando como alfombras...
Dicen que el planeta hace una especie de selección natural para aceptar a algunos en ese lugar... no se si creerlo, pero si es así , yo me convertiría en un especie de des-adaptado de las tierras continentales calientes... no lo se... ya lo sabré en unos pocos días.

Hoy me encuentro en blanco frente a esta blanca meta, y espero que pronto (que supongo será a mediados de marzo de 2011) les muestre en imágenes lo que viví allá... lo que voy a vivir allá, mientras tanto... los dejo con mi palabra.

Gracias por estar aquí conmigo.