jueves, 10 de febrero de 2011

Fiesta en el cementerio!


Entre flores de colores, paredes llenas de lápidas, cruces y tumbas estuve ayer, gozando de voces iluminadas, tríos, cuartetos, caña manabita, humedad, cientos de sonrisas y el olvido de las clases sociales... que juntas disfrutaban de la energía que dejó la voz del famoso Julio Alfredo Jaramillo Laurido (1935 - 1978) alias Ruiseñor de América.

Hace varios años fui por primera vez, en la misma fecha (9 de febrero) y me fasciné con la potencia de ese encuentro, la humildad y ganas de compartir la música de JJ de varios cantantes que aparecen con sus guitarras y equipos sin aviso desde el interior de los visitantes. Estos músicos que se paran en la tumba de JJ son lagarteros (músicos populares de la base cerca del Parque Centenario), músicos conocidos, solistas y en el caso de ayer.... un militar de la infantería aérea anti guerrillas boina azul que con guitarra en mano regalaba una voz impresionante!.


Creo que sólo en Ecuador puede pasar esto, sentirse tan compenetrado con la gente, vivir este tipo de experiencias (surrealistas aveces) como lo es estar con la boca abierta mirando y escuchando las voces mas sui géneris entre flores plásticas y reales de un cementerio blanco teñido con los colores verdosos que dejan las lluvias invernales en esta zona del trópico.

La puerta 13:
Uno llega abanicado por las franelas rojas de los cuidadores de parqueos, que misteriosamente se encuentran siempre bajo el letrero de no estacionar... el olor a canguil (palomitas de maíz) y a clavel de cementerio te reciben en la puerta 13 (que numerito eh?) junto con la música que ya se va escuchando desde la misma entrada, hay muchos con cámaras fotográficas, gente de colores, gente feliz riendo, abrazados y festejando las voces que vienen desde adentro, desde una parte oculta del laberinto de edificios blancos de 3 pisos llenos de lápidas del famoso cementerio de Guayaquil. Entrar allí, ese día no es entrar a un sitio de paz y meditación, es entrar a una grieta en el tiempo que rompe la dimensión de la cordura.

El año que viene iré nuevamente, me encontraré nuevamente con ese yo sencillo que no necesita poses, que solo va a encontrarse con la gente, ese tu, ellos y yo que quiere ver, vivir y oír... y que espero se encuentre con alguno de ustedes allí para compartir esos ojos y oídos que se dejan asombrar y acariciar por quienes dicen ser parte de los hijos de JJ, por quienes con mucho cariño van a regalar un manto de notas musicales que es tan agradable dejar que te cubra la piel.

Gracias Cementerio de Guayaquil, gracias JJ por cada 9 de febrero!
(me imagino que los finados vecinos de J.J. aprovechan para bailar ese día, ya que allí nadie llora!!... salud!)

1 comentario:

  1. Que Buen reportaje! Allan, ese es el florclor de nuestro paraiso el Ecuador.
    Un abrazo a la distacia camarada Jeffs.
    Dios te Bendiga.

    Atentamente,
    Lcdo. Hector Rendon A.

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