martes, 15 de febrero de 2011

Manos al cielo y raíces caminantes.

Acostado en mi cama, mirando el techo y luchando con un mosquito que se niega a dejarme en paz, me encuentro desvelado y recordando un sitio donde los mosquitos realmente se dieron un banquete con mi piel.
El sitio del que les hablo es un lugar que describirlo me va a costar un mundo, ya que no se si hay palabras que puedan nombrar lo que sintieron mis ojos. Este es un entorno que vive hace cientos de años (según dicen mas de 500) en una lucha por robarle espacio al mar, es un lugar donde caminar es una aventura, pues hay que colgarse de las raíces o desplazarse en canoa por unos canales impresionantes.
Les hablo de Majagual, los Manglares de Majagual (con mayúscula!), ubicados al Sur Oeste de la reserva Cayapas Mataje en Esmeraldas.
Para llegar allí, hay que recorrer toda la ruta del Spóndylus (antigua Ruta del Sol) y llegar al punto cero, donde empieza la carretera en el extremo Norte de Ecuador; Una vez que llegas allí, doblas a la izquierda y sin parar viajas hasta San Lorenzo (otra manera de llegar es quedarse en la misma vía en "La Tola" y de allí en canoa hasta Majagual).
Lo primero que me dijeron es que no vaya para allá, que es peligroso, que te pueden robar, que les puede pasar algo..... y que les digo... Si te va a pasar algo es porque te comportas como víctima, esa es mi premisa cuando viajo, intentar no ser una víctima sin ser un viajante déspota que pide rebaja por todo... porque eso es otra idiotez (eso demuestra más aún que uno es un viajante que se merece ser asaltado!). Bueno... volviendo al tema.... Majagual es impresionante, es un espacio verde y dorado, es un lugar donde las raíces salen de la tierra o arena para sentir el aire y casi caminar, es... un espejo, donde por momentos se pierde la dimensión de lo terreno y lo aéreo. Es un lugar donde los árboles de Mangle intentan a toda costa llegar al cielo.
Majagual tiene los árboles de Mangle más altos del planeta, éstos pueden llegar a medir más de 60 metros de alto y tener raíces expuestas de más de 20 metros (hace poco murió el mayor que tenía más de 65 metros de altura). Si uno los mira y ve que estos gigantes tienen todas las raíces expuestas y que están enterrados no más de dos metros, entiende que ayudarse y darse la mano no necesita de inteligencia humana... en este caso, estos mangles se dan las raíces, y se las dan entrelazadas creando unos laberintos maravillosos de agua y barro donde uno se maravilla y se deslumbra al recorrerlos. Sólo hay que llegar, preguntar por el sitio y decidirse a conocer realmente a don Carlos Hurtado, un guía del lugar que vive cruzando a los visitantes por estos esteros a bordo de una canoa tallada en un tronco. Es como un Caronte, al que no hay que darle doblones de oro y que si lo dejas y le das tu sonrisa te contará toda la historia de estos gigantes de agua de sal y de dulce.

En general la reserva Cayapas Mataje es increíble, su gente irradia paz pese a ser un sitio tan convulsionado (esa es otra historia que la dejo para los diarios sensacionalistas), es un lugar, de esos que hay pocos en el planeta que aún se mantiene virgen gracias a la labor que hacen los guarda parques voluntarios que recorren y se desplazan entre raíces para cuidar que no haya pesca indiscriminada, que no maltraten el lugar y que no sigan talando el mangle.

Manglares de Majagual es un lugar que les recomiendo visitar, al que hay que ir con ojos libres de smog y de cemento, un sitio al que hay que ir con manos decididas a tocar el barro y por supuesto al que definitivamente hay que ir con la piel protegida para que los mosquitos no se den un banquete contigo!.


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